Tenía pensado denunciar al Ayuntamiento. Estaba cansada de tantas baldosas en mal estado. Transitar por la acera que llegaba a su casa le suponía poner una atención máxima en donde posaba el pie. O le salpicaba hasta la barbilla el charco oculto que se formaba en las baldosas que aparentaban firmeza y en realidad bailaban atrevidas en cada pisada o tenía que hacer equilibrios forzados en los tropezones inesperados en los bordes salientes de las mismas. Pero el colmo de los colmos había sido la madrugada en que regresaba a casa después de la divertidísima fiesta de la despedida de soltera de Alicia. La acompañaba Juanito su novio de toda la vida Justo ya delante de su edificio cayó de bruces todo lo que era de larga y ancha y se golpeó en el escalón de subida al portal. Los manoteos de Juanito en el intento de frenar la caída libre fueron inútiles ¡Menudo descalabro y como sangraba por la cabeza! Un taxi les llevó al hospital. Flotando en un sopor que la invadía y la trasportaba a una nube escuchó el parloteo del médico y la enfermera mientras le hacían una costura en la piel rota de su testa sangrante. Que dame la aguja de dos ceros, que el hilo sea seda aquí el reabsorbible no sirve, desinfecta con clorhexidina….y ta, ta, ta… Le hicieron el informe y en el figuraba un numerajo que decía la cantidad de alcohol que circulaba por su cuerpo, ¡esos malditos análisis!. ¡Sí, se había pasado con la bebida! Mejor olvidaba la denuncia al ayuntamiento.
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