Mientras fue una jovencita vivió liberada en las redes de la literatura. Ya desde niña los libros eran su mejor juguete. Los dibujos y las imágenes a todo color despertaban en su imaginación un mundo mágico y esculpían en su cerebro visualizaciones fantásticas que transformaban toda su vida en un mundo a su medida lleno de las ambrosias del amor y sus atributos, principalmente de la alegría, de la confianza y de la libertad. Historias que fueron dando a su mente una gran apertura más allá de la realidad y las normas de su tiempo. Un tiempo oscuro, una dictadura que sesgaba todo ápice de creatividad, que el único tono que permitía era “a la voz de mando muchachito firme”. La manipulación continua de los pensamientos y las búsquedas con todos los medios físicos, psíquicos y espirituales, estudiados y funcionando a tal fin. El dictado de hasta con quien y como habías de acostarte para hacer el amor. La perversión de la figura y el mensaje de Jesús el hombre, para tales fines…y más mucho más. Los libros la habían salvado. Existía otra vida, otro mundo era posible. La verdad se esclarecía por sí misma, se repartía sin absolutos en todos los cuadernos y volúmenes que sus ojos devoraban ansiosos de conocer y aprender. Han pasado más de cuarenta años y sigue amando la lectura. Hoy otras redes se encargan del tema mayoritariamente, las llaman sociales…redes sociales. No le gustan. Su uso le supone un esfuerzo para distinguir la expresión limpia y personal del autor de otras engañifas que se dan incluso inconscientemente. Mensajes bellos que ocultan manipulaciones y mentiras, que esconden otros intereses más allá de la expresión auténtica del yo que se manifiesta. No ella jamás se enganchará a semejantes estrategias y engaños.Ella siempre vuelve a sus libros de papel.
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